Aunque nadie pueda afirmar su veracidad, 
hay historias que atraviesan cualquier sociedad, trascendiendo el tiempo
 y las distancias. Las leyendas urbanas suponen una historia fantástica,
 aunque, en algunas ocasiones, esconden una verdad. Estas son algunas de
 las más escalofriantes.
-Un contagio cruel:
 fue muy corriente la leyenda que suponía la existencia de agujas 
infectadas con HIV, sea ya escondidas en algún lugar estratégico, o en 
manos de malvivientes que clavaban a sus víctimas mientras le daban la 
bienvenida al mundo del SIDA. En la cárcel de Long Bay, en Sídney, 
Australia, la leyenda se hizo realidad, cuando un recluso atacó al 
guardián Gary Pearce con una aguja infectada con HIV. Siete años más 
tarde, el guardia murió.
-El muerto bajo la cama:
 esta paranoica leyenda, que ha llevado a más de huésped a inspeccionar 
minuciosamente bajo cada una de las camas de una habitación de hotel, 
tiene asidero... o más bien varios. Uno de ellos estuvo dado por lo 
sucedido en Nueva Jersey, Estados Unidos, cuando turistas alemanes se 
quejaran por el putrefacto olor de su habitación. El personal del hotel 
descubrió que había un muerto bajo la cama.
-Una momia, ¿de verdad?:
 existe una leyenda urbana que describe cómo un grupo de niños, que 
recorría la casa de los sustos de algún viejo carnaval, termina 
descubriendo que una de las momias del lugar era real. Mientras se 
filmaba un episodio de The six million dollar man, en el parque
 Nu-Pike, en Long Beach, California, el equipo de producción quitó 
accidentalmente un brazo a lo que se suponía era el muñeco de un hombre 
ahorcado. Finalmente se supo que era el cadáver de Elmer McCurdy, 
asesinado en un tiroteo, en 1911.
-La noche de los muertos:
 cuenta la leyenda que, cuando un adolescente fingió ser colgado durante
 el final de un show de Halloween, murió ahorcado realmente. Esta 
historia trágica sí que sucedió, y varias veces. Una de ellas en el 
pueblo de Frederica, en Estados Unidos, donde un joven murió ahorcado, 
incluso cuando llevaba un arnés para evitar atorarse en la soga.
-Vivos, pero enterrados:
 es mundialmente conocida la leyenda de personas que han sido enterradas
 vivas y, aunque muchos duden de su veracidad, durante el siglo XIX, 
llegaron a recopilarse 219 casos reales. Por aquel entonces, era un 
miedo tan común, que las personas adineradas utilizaban ataúdes de 
seguridad con campara, para que el presunto muerto pudiera avisar, en 
caso de despertar.

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