Los bosques siberianos del Valle de la muerte, al noreste de Yakutia,
 albergan una serie de enigmáticos objetos metálicos, cuya finalidad y 
procedencia resultan tan inexplicables como controversiales para la 
ciencia.
Conocida por los baqueanos del lugar como Uliuiu Cherkechek, la zona 
del Valle de la Muerte, en Siberia, concentra una inquietante serie de 
esferas metálicas, a las que locales y extranjeros adjudican procedencia
 alienígena. Más aún, el acervo popular indica que se encuentran allí 
apostadas de modo estratégico, como protección contra la caída de 
asteroides y energías hostiles, provenientes del espacio exterior. Sin 
embargo, más allá de cualquier especulación, lo cierto es que la zona ha
 sido protagonista de varios eventos catastróficos, como la gran 
explosión de Tunguska, en 1908, la de Chulum, en 1984, y la de Vitim, en
 2002.
Para la gente de a pie, es un secreto a voces: el Valle de la Muerte 
debe su nombre a los incontables casos de muerte y enfermedad que 
signaron la suerte de todo aquel que se atrevió a merodear las 
inmediaciones de alguna de estas esferas metálicas. Se dice que allí, en
 esta zona absolutamente deshabitada por humanos, viven los antiguos 
demonios de Taiga.
Cuando la última expedición científica, compuesta por tres geólogos, 
un astrofísico, un ingeniero mecánico y varios asistentes, investigó el 
lugar, se encontraron con las enormes formaciones metálicas, como 
cúpulas, semienterradas en los pantanos. En total, logran contabilizar 
cinco de estas estructuras, aunque sin la posibilidad de indagar muchos 
más allá, debido a las serias enfermedades que aquejaron a varios de los
 expedicionarios.
Al menos en parte, las creencias populares fueron confirmadas. Hoy, 
las esferas metálicas del Valle de la Muerte son un completo y peligroso
 misterio a resolver.

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