El caso de Pier Fortunato Zanfretta es una de las de abducciones mejor documentadas de toda Italia. Zanfretta, nacido en 1952 en Nova Milanese, trabajaba como guardia privado cuando comenzó a experimentar encuentros cercanos con entidades alienígenas entre los años 1978 y 1981. A continuación ponemos a vuestra disposición la historia completa en las palabras de Rino di Stefano, un periodista italiano que investigó el caso en primera persona y escribió varios artículos al respecto, además de un libro sobre estos escalofriantes encuentros con seres de otros mundos.
Monstruos de tres metros
Poco después de la medianoche del 6 de diciembre de 1978, Zanfretta estaba de servicio en Torriglia, un pueblo próximo a la ciudad de Génova. Era una noche oscura y cerrada donde no brillaba la Luna. Había caído mucha nieve en el día, por lo que durante la gélida noche la carretera se hallaba cubierta de una peligrosa capa de hielo. A medida que Zanfretta se acercaba a una casa de campo bautizada por su dueño (Dr. Ettore Righi) como “Nuestra Casa”, cerca de Marzano, su patrulla, un Fiat 126, se detuvo sin razón alguna. El motor, las luces y la radio fallaron al mismo tiempo. En la oscuridad, el guardia pudo divisar cuatro extrañas luces moviéndose sobre el jardín de la casa, por lo que decidió salir del coche con su arma y linterna para investigar qué estaba sucediendo. Al principio pensó que ladrones se habían metido a la casa, entonces caminó en dirección a la entrada y se trepó a un muro para intentar sorprenderlos.
Pero subestimó el asunto y él terminó siendo el sorprendido. En un momento el guardia de seguridad sintió que alguien lo tocaba desde atrás; al girarse, sus ojos observaron algo que lo llenó de terror: a pocos centímetros estaba de pie un ser que describió como: “Una enorme e intimidante criatura verde, con piel ondulada, y de al menos 3 metros de altura”. Fue entonces cuando dirigió la luz de la linterna al rostro de la criatura, se asustó tanto con lo que vio que la dejó caer, entró en pánico la recogió del suelo y salió corriendo. Mientras corría, Zanfretta se dio cuenta de un gran resplandor que comenzó a iluminar todo a sus espaldas. Al voltear, avistó una enorme forma triangular y plana. La luz que emitía el objeto era tan poderosa que el guardia no podía evitar proteger su vista con el antebrazo. El perplejo testigo pronto advirtió que estaba presenciando algo fuera de este mundo, un platillo volador colosal, de dimensiones mayores a la propia casa de campo, ascendía desde la parte trasera de ésta emitiendo una suerte de silbido. En ese preciso instante, un calor intenso invadió la zona; no obstante, el guardia logró llegar a su coche donde intentó comunicarse con el centro de operaciones de la compañía de seguridad en Génova. Eran las 12:15 A.M. Carlo Toccalino, el operador de la radio, testificó que Zanfretta hablaba de una forma efusiva y desconectada, repitiendo cosas como: “¡Dios mío! ¡Son horribles!” El operador le preguntó si “ellos” eran humanos y si lo estaban asaltando. La respuesta fue: “No, no son hombres, ¡no son hombres!” En ese punto de la conversación, la comunicación fue interrumpida abruptamente y Toccalino llamó al jefe del servicio de seguridad, Tte. Giovanni Cassiba. Un par de horas después, una pareja de guardias, Walter Lauria y Raimondo Mascia, arribaron al lugar y encontraron a Zanfretta tendido en el terreno del frente de la casa. 1:15 A.M. Zanfretta se reincorpora sacando su linterna y apuntándole a sus colegas con el arma, sus ojos parecían desorbitados. Al presenciar esta situación, sus compañeros, a quienes parecía no reconocer, le solicitan que baje el arma y deponga su actitud. Sin recibir respuesta positiva, los policías se apresuran a inmovilizarlo y desarmarlo. Para sorpresa de ellos, al hacer esto advirtieron que la ropa del detenido estaba caliente, algo muy inusual teniendo en cuenta que era una noche muy fría del mes de diciembre. También notaron que el portón de la casa estaba cerrado.
Los Carabineros, la policía militar italiana, pronto se hicieron presentes en el lugar e iniciaron una investigación para averiguar qué había sucedido aquella noche. Lo primero que descubrieron fue una clara huella dejada en el terreno detrás de la casa de campo, como si un gran objeto de un peso considerable se hubiese posado allí. Había dos marcas en el pasto cubierto por la escarcha matutina, ambas de 3 metros de diámetro y con forma de herradura. Antonio Nucchi, el comandante de la estación en Torriglia, declaró que no tenía razones para dudar del testimonio dado por Zanfretta. De hecho, Nucchi conocía al guardia de seguridad desde hacía años. Cuando se le preguntó sobre el asunto dijo: “Puedo dar fe que él es un hombre sensato de buen juicio, sin extrañas fantasías en su cabeza. Cuando fuimos a investigar la escena al día siguiente, él no quería venir con nosotros, estaba aterrado de volver. Solo algo excepcional pudo haberlo perturbado de esa forma”.
En el transcurso de la investigación, Nucchi descubrió que 52 residentes cerca de Torriglia habían avistado una extraña luz en la dirección de la casa de campo, justo a la hora cuando el testigo principal reportó haber visto ascender al objeto volador.
Detalle del tamaño de las huellas encontradas en comparación con un pie humano normal.
La hipnosis
Cuando la historia fue publicada en un periódico por primera vez, las reacciones de los escépticos no se hicieron esperar. Sin embargo, el caso presenta evidencias físicas bastantes contundentes, como las misteriosas marcas en el terreno donde Zanfretta dice que vio a los alienígenas. También los 52 testigos oculares que declararon observar al objeto volador esa misma noche. El guardia tampoco estaba interesado en ser famoso debido a que era un hombre casado con su trabajo y su familia. Pero esto no evitó que la noticia sobre el incidente se filtrara a los periódicos locales y en poco tiempo se hiciera conocido, y, debido a la particularidad de lo ocurrido, inmediatamente se acusara al protagonista de mentiroso y fabulador. La repercusión del caso llevó a los investigadores más serios del caso a solicitarle a Zanfretta que se deje hipnotizar en manos de un profesional para descartar cualquier aberración psicológica y acceder a los detalles más íntimos del escalofriante encuentro cercano.
El guardia de seguridad se prestaría entonces a ser analizado e hipnotizado por el Dr. Mauro Moretti, un psicoterapeuta miembro de la Asociación Médica de Hipnosis. Durante la hipnosis, que tuvo lugar el 23 de diciembre de ese mismo año, Zanfretta dijo haber sido abducido por “monstruos de 3 metros, con piel y cabellos verdes, ojos triangulares amarillos y venas rojas en la frente”, quienes lo llevaron a un cuarto luminoso y caluroso donde lo interrogaron y examinaron. Durante la misma sesión, también indicó que las criaturas provenían de la “tercera galaxia” y que “querían hablar con nosotros porque regresarían pronto en mayores números”. Los alienígenas no hablaban italiano, sino que, según el guardia, se valían de un “dispositivo luminoso” para traducir lo que le decían. Empero los encuentros cercanos no terminarían allí.
Tres noches luego de la hipnosis, se produciría otra abducción…
Zanfetta analizado por el Prof. Marchesan.
Los secuestradores regresan
26 de diciembre, 11:45 P.M. Zanfretta retoma su trabajo tratando de regresar a la rutina laboral. Conducía su Fiat 127 dentro del túnel Bargagli, cerca del Paso de Scoffera, cuando, repentinamente, perdió el control del automóvil. Por radio reportó que el Fiat se conducía solo al salir del túnel. Asustado, intentó pisar los frenos y virar el volante, pero el coche continuaba moviéndose por cuenta propia como si una fuerza invisible se hubiera apoderado de él. Al comunicarse con el operador de radio, el guardia dijo que estaba teniendo dificultades con su patrulla y que no tenía mucha visibilidad debido a una densa neblina. Luego de desplazarse por cerca de kilómetro y medio, el auto finalmente paró su marcha: “El auto se detuvo. Veo una luz brillante. Saldré de aquí”… fue la última comunicación emitida al operador.
Zanfretta y su auto serían hallados a la 1:10 A.M. por otros policías. El primero en hacerse presente en la escena fue el sargento Emanuele Travenzoli, quien los encontraría en un campo cercano a la carretera. A pesar de la lluvia, las ropas del guardia estaban calientes y secas al igual que su cabello. Se encontraba en estado de shock, temblando y llorando. “Dicen que debo irme con ellos. ¿Pero qué hay de mis hijos? No quiero, no quiero…”
Los Carabineros, haciendo un seguimiento, serían despachados para realizar una investigación de campo. Encontraron que el Fiat había estado expuesto al frío y la lluvia por largo tiempo pero, para sorpresa de todos, el techo tenía una temperatura tan alta que parecía haberse expuesto todo el día al sol. El interior estaba igualmente caliente como un horno. Alrededor de la patrulla habían huellas de pies desproporcionadamente grandes. Las pericias de los Carabineros probaron que las enormes huellas medían 50 cm de largo por 20 de ancho, con un distintivo hueco vacío entre la planta y el talón. Además, también se determinó que el arma, una Smith & Wesson 38 Especial, había sido disparada en cinco ocasiones. Sin embargo, el guardia no recordaba a quién le había disparado tantas veces.
Todos los datos presentados aquí figuran en el “Reporte sobre el Avistamiento de un Objeto Volador No Identificado por Fortunato Zanfretta” enviado por el comandante Nucchi el 3 de enero de 1979 a los magistrados de la corte de Génova durante la investigación efectuada. El susodicho reporte llegó a la mesa de Luciano Di Noto, un fiscal sustituto de la República Italiana, quien lo pasó al Magistrado de Investigaciones, Gian Rodolfo Sciaccaluga. Finalmente, el reporte de Nucchi fue enviado al Magistrado Russo, quien, un año después, el 11 de enero de 1980, procedería a archivarlo bajo el siguiente motivo: “No se cometió ningún crimen”. Por otro lado, el Comando de Carabineros informó que el Departamento Italiano del Interior y otras instituciones militares, fueron notificados sobre el incidente por medio de dos faxes, uno enviado el 8 de diciembre y el otro el 28 de diciembre de 1978. La policía militar caratuló el grado de credibilidad de los eventos ocurridos como “bueno”. Cabe destacar que en diciembre de 1978 hubo una oleada OVNI sobre el territorio italiano, tan llamativa que Falco Accame, un socialista miembro del Parlamento en aquel momento, le solicitó al Primer Ministro Giulio Andreotti y al Ministro de Defensa Attilio Ruffini, que expresaran su opinión sobre la naturaleza de la inusual actividad en los cielos de Italia.
Eran “monstruos de 3 metros, con piel y cabellos verdes, ojos triangulares amarillos y venas rojas en la frente”.
Cuando la opinión médica respalda al abducido
El segundo encuentro cercano llevó al abducido a ponerse nuevamente en manos del Dr. Moretti para otra regresión hipnótica, la cual, esta vez, sería grabada y televisada localmente para que cientos puedan conocer el testimonio obtenido. En pocos días, Zanfretta se volvió alguien popular, pero mucha gente desconfiaba de las historias OVNI y pusieron en entredicho su salud mental. Tenía problemas hasta en el trabajo: “Si pudiera volver el tiempo atrás, no reportaría mis experiencias ahora que sé las consecuencias”, dijo. Con el objetivo de evitar cualquier discusión futura de este estilo, y a pedido del Instituto Val Bisagno, Zanfretta accedió a ser examinado por un prominente neurólogo del Hospital de San Martino en Génova, el Dr. Giorgio Gianniotti. El diagnóstico fue: “él está en estado de shock, pero perfectamente sano”. Este diagnóstico por parte de un profesional de renombre ayudó a que las experiencias del guardia tuvieran más credibilidad ante la opinión pública. Ahora que la historia alcanzaba audiencias fuera de Génova, Enzo Tortora, en aquel entonces una personalidad de la TV italiana, invitó al guardia a su programa llamado “Portobello” con el objetivo de examinarlo ante las cámaras, tarea que recaería en el Dr. Cesare Musatti, famoso psicoanalísta conocido como “el padre del psicoanálisis” en Italia. Musatti dijo que Zanfretta parecía hablar de buena fe, aunque era difícil diferenciar los hechos objetivos de las experiencias subjetivas. Al tiempo que ocurría esto, varios artículos comenzaban a aparecer en periódicos y revistas presentando el peculiar caso. Las preguntas sin respuesta se acumulaban. Si estas experiencias con OVNIs y ETs eran reales, ¿cuál era el propósito de secuestrar a un mismo hombre varias veces? ¿Qué tenía de especial este hombre? ¿Qué pretendían los monstruosos alienígenas? Nadie tenía una respuesta clara para esto, y mientras intentaban responder a estas preguntas, Zanfretta era abducido por tercera vez. En la noche del 30 de julio de 1979, el guardia se encontraba en servicio, esta vez a bordo de una motocicleta, en el área residencial de Quarto, lejos de las colinas de Torriglia. Al desaparecer de nuevo, y teniendo en cuenta las experiencias extramundanas previas de este hombre, se puso en marcha una búsqueda intensiva. Pasadas dos horas, sus compañeros lo encontraron en la cima del Monte Fasce, cerca de Génova. Existía solo una carretera que llevaba a la cima de ese monte, y era vigilada por guardias pertenecientes a la misma compañía de seguridad. Ellos dijeron que no habían visto a Zanfretta pasar por esa pequeña carretera. Aún así, éste fue hallado en la cima del monte. ¿Cómo llegó allí?
La única manera de saber qué había ocurrido era la hipnosis. En esta oportunidad Zanfretta sería llevado al Centro Médico y Psicológico Internacional de Milán dónde, haciendo caso a su propio pedido, sería inyectado con el suero de la verdad por el Prof. Marco Marchesan. Zanfretta confirmó todo lo que había dicho antes y explicó que en esta última abducción él había sido “elevado desde el suelo mediante una extraña luz verde emitida por una nave espacial”. El Profesor Marchesan declaró: “Ningún ser humano puede mentir conscientemente cuando está bajo tratamiento con Pentotal, por lo que es muy probable que él haya tenido estos encuentros cercanos”. Lejos de concluir, el anterior no sería el último encuentro cercano…
Pier Fortunato Zanfretta
Viajando con alienígenas
A las 10:30 P.M. del domingo 2 de diciembre de 1979, Zanfretta desapareció por cuarta vez mientras conducía un Austin Mini en los suburbios de Génova. Mientras que cuatro policías intentaban dar con su paradero, avistaron un OVNI en el cielo. El objeto se encontraba sobre las colinas cercanas. De repente, desde una gran nube sobre ellos, aparecieron dos luces que se acercaron y se posicionaron súbitamente sobre los cuatro hombres. Los motores de las patrullas dejaron de funcionar y, horrorizados, salieron de los vehículos. Solo uno de los policías, el Tte. Cassiba, reaccionó sacando su arma reglamentaria y disparando hacia el OVNI. Las luces se apagaron y la nube se esfumó gradualmente. Uno de los hombres quedó tan traumado por la experiencia que jamás pudo recuperar por completo su estabilidad mental. Meses después se suicidaría de un disparo a la cabeza. Su nombre era Germano Zanardi. Este último encuentro cercano, como se desprende del párrafo anterior, tiene una víctima fatal. Los testigos oculares que antes se habían limitado a presenciar los efectos colaterales de una abducción, esta vez pasaron a experimentar en forma inmediata y en carne propia parte de ella.
En otra hipnosis regresiva, realizada el lunes 3 de diciembre, inducido por el Dr. Moretti, Zanfretta revelaría más hechos sorprendentes. La historia comienza a las 9:30 P.M. En los alrededores del centro de Génova, el guardia hizo una parada en una estación de servicio para cargar combustible por cuenta propia. Allí oyó a alguien que lo llamaba desde la sombra, por lo que decidió acercarse a investigar. La gutural voz que resonaba en sus amedrentados oídos era irresistible; y cuando el dueño de esa voz le ordenó salir de allí y conducir su auto hacia una pequeña nube, no le quedó otra alternativa que obedecer. Acto seguido, y esta es la parte más increíble, su vehículo fue arrebatado dentro de la nube por una gran nave espacial. Zanfretta describió al hombre que le daba órdenes como poco más alto que él, con una cabeza desprovista de cabello y en forma de huevo, y vestido con un traje a cuadros bajo el cual se vislumbraba algo hecho de acero o metal en lugar de la clásica camisa. Ya dentro de la nave, el abducido recuerda haber hecho un recorrido de la misma en compañía de los “alienígenas gigantes”. Allí vio cilindros transparentes rellenos de un extraño líquido azul. Uno de ellos contenía una repugnante criatura con cuerpo de rana que los alienígenas llamaron “un enemigo nuestro de otro planeta”. Otros dos cilindros aprisionaban respectivamente un gran ave y un cuerpo humanoide cuyo aspecto se asemejaba al de “un cavernícola”. Todo esto suena muy fantasioso, pero algo más motivo de pasmo ocurriría durante la sesión de hipnosis. En cierto punto de la regresión hipnótica, Zanfretta pronunció las siguientes palabras: “¿Dónde han estado? ¿Qué es lo que quieren hacer en España? ¿Por qué? ¡¿Pero todo junto?! ¡Eso asustará a la gente!”. En la mañana del día posterior a la abducción, el martes 4 de diciembre, la agencia de noticias italiana, ANSA, publicaba una noticia sobre un dentista español, el Dr. Alfredo Sánchez Cuesta, quien había fallecido en la noche del sábado como consecuencia de las heridas sufridas en un accidente de tránsito. El doctor conducía su coche desde Guadalajara hacia Madrid, cuando vio un OVNI brillante que lo comenzó a seguir. El objeto estaba a cincuenta pies sobre el auto del perseguido, quien, en pánico y cegado por la potente luz, perdió el control de su vehículo y descarriló. ¿Es esta una coincidencia? ¿Y por qué, si la historia bajo hipnosis parece fantasiosa, se menciona a España? El guardia fue plagiado por los alienígenas en las últimas horas del domingo y dio su testimonio bajo hipnosis en la tarde del lunes. El incidente del Dr. Cuesta sucedió el sábado a la noche. Antes del martes nadie en Italia sabía sobre el destino del Dr. Cuesta. La coincidencia de fechas y lugares en los acontecimientos dejan a la casualidad un margen muy pequeño para abrirse paso entre la cruda y asombrosa realidad.
Un regalo de otro mundo ¿Cuál era la razón subyacente de estas abducciones? Quizás una explicación pueda provenir de un objeto que los misteriosos seres quisieron que el abducido conserve como souvenir. Una esfera transparente con una pirámide dentro de cuyos vértices se desprendían “chispas” o luminiscencias hacia el interior de la misma. Según los alienígenas, poseyendo esa esfera era posible entender quiénes eran y cómo vivían. Bajo hipnosis, Zanfretta dijo que no quería el presente que le daban porque solo deseaba regresar a su vida ordinaria y no tener nada que le generara remembranza de estos bizarros encuentros. Pero los secuestradores insistieron y le dijeron que le debería entregar la esfera a un hombre en especial, alguien de quien el guardia jamás había oído hablar: un tal Dr. J. Allen Hynek… Desde ya, desconocemos qué relación puede haber entre estos alienígenas y el Dr. Hynek, pero el dato sin dudas supera cualquier mente que se haya atrevido a indagar algo en el pantanoso terreno del fenómeno OVNI. Entonces no les sorprenderá tampoco el saber que este no es el final de la seguidilla de abducciones. Zanfretta sería abducido otra vez el 14 de febrero de 1980. En esta ocasión su auto estuvo en contacto radial constante con las oficinas de seguridad y se lo pudo escuchar durante un periodo breve de tiempo mientras estaba en las colinas. Aquella álgida noche el guardia fue encontrado por sus colegas en estado de shock. Un vecino de las cercanías declaró que pocos minutos antes que los rescatistas arribaran al área, pudo avistar en el cielo una masa enorme y brillante con forma de balón de fútbol. Durante la hipnosis subsiguiente a esta experiencia, el Dr. Moretti enfrentó un nuevo problema. De pronto, el abducido comenzó a hablar en un idioma desconocido. Decía algo como: “Ei chi snaua… si naila… isne ghe… il se lai… go ghe ti snau exi ghe… sci nis che ixi kai snoue…chisnauag the…aiex piscinau kep na…tei sdei”. Moretti no fue capaz de controlar la regresión mientras el hipnotizado continuaba por su cuenta y decía estar contactando a los alienígenas. Su voz cambió en una forma muy bronca y dijo: “No puedes averiguar nada en un caso como este. Creer o no creer no significa nada: cada cosa a su debido tiempo”.
La última desaparición tendría lugar el 13 de agosto de 1980. A diferencia de las veces anteriores, Zanfretta estaría bajo estricta vigilancia las 24 horas del día y fue alcanzado antes de ser secuestrado. Posterior a este hecho, el Dr. Moretti también realizaría la última sesión de hipnosis con un resultado poco favorable. El abducido repetía constantemente: “Pregunta con respuesta negativa, tixel”, y fue imposible continuar. Zanfretta, quien recuerda solo unas pocas cosas de estas extraordinarias experiencias, dice que en algún punto cerca de las colinas próximas a Génova, él ha escondido una esfera que le dieron los extraterrestres, y que está esperando… No se sabe a quién o a qué. Tal vez piensa que regresarán…
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