El buque del terror

 
Diciembre de 1924, el petrolero Watertown se encamina a su destino desde la costa occidental de Estados Unidos a Panamá. Componen su tripulación experimentados marinos profesionales con muchas horas de navegación y conocimientos de su duro y arriesgado oficio. Os contamos la historia del buque del terror.

Siguiendo un plan rutinario varios de los componentes de la tripulación bajan con las precauciones de rigor a limpiar uno de los tanques del petrolero. Pero por circunstancias que nunca se llegaron a conocer, dos hombres murieron en el trabajo como consecuencia de las emanaciones recibidas por restos de petroleo.

Sus nombres eran James Courtney y Michael Meehan. Pasados los primeros momentos de dolor y estupor se procedió a sepultar en el mar (como se hacía antiguamente) a los dos hombres. Era el 4 de Diciembre.

Los raros acontecimientos que sucedieron después, se iniciaron al día siguiente cuando el primer piloto comunicó aterrado al capitán Keith Tracy que se veían flotando en el mar cerca del barco las dos sepulcrales caras de los marineros fallecidos.

Durante toda la travesía todos los hombres del petrolero a determinadas y diferentes horas pudieron ver y observar asombrados y aterrorizados, los rostros de los muertos en el agua, como si siguieran la trayectoria del barco.

A su llegada a Nueva Orleans, el capitán del barco comunicó lo sucedido en una reunión de oficiales de la Cities Services Company. Con bastante aprensión y dosis de incredulidad, se le comunicó al capitán que si en el próximo viaje se sucedían los mismos hechos, se procediera a tomar fotografías.

Incluso les acompañó un fotógrafo profesional que logró impresionar una serie de fotos ya que los misteriosos sucesos volvieron a producirse. Solo una de las fotos resultó esclarecedora, pudiéndose apreciar claramente los rostros de los desaparecidos.

El negativo fue examinado por una prestigiosa agencia de investigación, concretamente la “Burns” por si existiesen indicios de falsificación o fraude. Con el tiempo estos incidentes dejaron de ser noticia, pero siguen aquí presentes en la sombra de nuestras mentes… 


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